Imagino te preguntarás quién soy, quién está detrás de este universo; mi nombre es María José, hay a quien le gusta llamarme Mariajo, Meriyou… me considero artista, amo el arte. No siempre fue así, se podría decir que mi vocación fue tardía, al menos se manifestó después de varios intentos en otras disciplinas.
A veces me hago la siguiente pregunta, ¿qué hace una mujer que quería estudiar Medicina, dedicándose de lleno al mundo del Arte?. La respuesta es sencilla, no di la media para entrar en la facultad. Al principio me enfadé muchísimo y tuvieron que pasar dos o tres años hasta que me di cuenta del regalo que aquella circunstancia me había hecho. En realidad creo que estaba destinada a ello y, como dice una de mis mejores amigas, cuando el destino se pone farruco…
Mi primer contacto real con este mundo se produjo yendo con una buena amiga a comprar materiales para su hermano; nada más entrar en la tienda sentí algo especial, parecía que había estado toda la vida rodeada de pintura y pinceles. Mi siguiente contacto y definitivo para todo lo que vino después, se lo debo a un buen abogado y mejor persona, trabajaba en su despacho y le encantaba el arte, hablábamos de ello, me enseñaba libros, poco a poco fue calando mi vocación, más bien fue saliendo al exterior pues creo siempre estuvo ahí. Tanto caló que dejé el bufete y me dediqué en cuerpo y alma a forjarme un futuro dentro de este mundo tan apasionante.
Empecé a estudiar por las tardes en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Málaga al tiempo que por las mañanas trabajaba de “aprendiz” (esta palabra me encanta y se ha ido perdiendo, creo debería volver a utilizarse, verdad?) en un taller de restauración de muebles, un taller lleno de encanto en una calle recóndita de mi ciudad.
Nunca estaré lo suficientemente agradecida por esta oportunidad. Fueron cuatro años increíbles de los que guardo grandes recuerdos, una etapa llena de creatividad en la que aprendí una profesión y todas las técnicas necesarias para poder dedicarme a ello años después.
Tras terminar mis estudios comencé a trabajar en una empresa de restauración y conservación de obra de arte. Tuve la oportunidad de tomar contacto con obras de pintura, escultura, grabado, imaginería… Iba para un tema concreto y me quedé dos años. Estaba rodeada de buenos compañeros y mejores profesionales, aprendí muchísimo a todos los niveles.
La idea de trabajar por mi cuenta, siempre me había rondado, prefería crear mi propio negocio, crear algo de la nada y así fue. Conocí a una mujer estupenda, gran artista y mejor profesional y decidimos montar nuestro propio estudio/taller. Recuerdo sobre todo las caminatas matutinas desde mi casa hasta el taller por el paseo marítimo de Málaga. Llegaba llena de energía y muchas ganas de ponerme manos a la obra. Te lo imaginas? Pasear camino al trabajo dándote la brisa del mar!!
Al cabo de un tiempo mi espíritu inquieto me llevó a compaginar la restauración con la pintura mural y el trampantojo. Estaba decidida a dar rienda suelta a mi creatividad y lo pasé en grande!. Pinté junto a una buena amiga, a la que adoro, en todo tipo de lugares, algunos dispares y variopintos: subidas a una escalera, una grúa o un andamio, daba igual si se trataba de pintar en fachada o en interior. Ambas cosas se complementaban, la restauración me aportaba rigor y la pintura me activaba la imaginación.
Y el amor llamó a mi puerta, allí estaba, esperando para sacarme de mi zona de confort y traerme a Madrid. La idea me fascinaba, siempre me gustaron las ciudades grandes, con todo su caos, con su tranquilidad también si se quiere y se busca. Se abría un mundo de posibilidades y estaba encantada.
Todo era distinto, venía de una ciudad pequeña, Málaga, aunque ahora ha crecido mucho, sobre todo a nivel cultural; cada vez que voy encuentro algo diferente y fascinante, me hace muy feliz.
Un buen amigo se ofreció a hacerme una página web muy sencilla con todas las obras que había hecho hasta el momento, tanto pintura mural como decorativa aplicada al mueble y me paseé por medio Madrid hasta que me dieron una oportunidad. Me divertí y aprendí más, era un reto distinto cada vez. Todo iba bien, estaba contenta, cada vez salía más trabajo y me tuve que ir unos meses a Málaga… A la vuelta todo había cambiado un poco, yo también.
Con el apoyo de mi recién estrenado marido decidí hacer un Máster de Tasación de Obra de Arte y Antigüedades. Era el complemento perfecto a la restauración y quería dar un pasito más. Si bien es cierto que dejé la pintura de lado durante un tiempo, esta época me dio grandes satisfacciones. Se abría una nueva etapa y estaba dispuesta a aprovecharla a tope! Fueron dos años intensos en los que aprendí mucho y me dieron la oportunidad de conocer en profundidad el mercado del arte para poder dedicarme a ello después.
Desarrollé mi profesión como tasadora de arte trabajando para particulares, compañías de seguros, coleccionistas…Cada caso era distinto, cada uno con sus particularidades; unos me ofrecían la oportunidad de poner en el mercado y vender su obra después de tasarla, otros confiaban en mí para asesorarles en alguna compra, otros simplemente querían saber el valor de sus obras y objetos de arte para catalogarla y tener un inventario. En seguros me especialicé en daños a obras de arte en siniestros, viajé por toda España, allí donde se había producido, por ejemplo, un daño por agua, me personaba y hacía una valoración.
Al tiempo, y de forma paralela a mi profesión como tasadora, empecé a trabajar en un taller de restauración estupendo formado por varias mujeres profesionales. Cada una de nosotras nos dedicábamos a una especialidad concreta, me centré en mueble, dorado y policromía. Aún así participaba en obras de otras disciplinas si era necesario. Formábamos un equipo sólido en el que primaba el buen hacer, el respeto y la colaboración.
Hoy sigo dedicada a ello, complemento la tasación de arte con la restauración y he vuelto a coger los pinceles. Una buena combinación, verdad?
Lo que sí ha cambiado es el objeto de mi trabajo ya que en este momento estoy centrada sobre todo en arte contemporáneo, otra de mis pasiones. Un mundo en constante movimiento que, hasta ahora, he estado viviendo como espectadora, estudiante, viajera, lectora y, muy de vez en cuando, compradora. Me gusta desde que empecé y por fin puedo dedicarme a ello profesionalmente y puedo compartirlo contigo.
Estoy muy ilusionada con este proyecto e inmensamente agradecida a todas y cada una de las personas que han hecho que esto sea posible, a todas las que, de una manera u otra, han contribuido a mi crecimiento personal y profesional y, sobre todo, a aquellas que han creído en mí, incluso cuando ni yo misma lo hacía. De corazón, ¡GRACIAS!